—Las líneas de desarrollo. Ya hablamos de ello, aunque quizá con otro nombre. Hay que mantener parejos el desarrollo intelectual, el físico, el relacional, el de los sueños, etc. Cuanto más equilibrada estés, mejor. Tú misma puedes hacer el mapa de ellas. Se trata de aspectos irremplazables unos por otros. Por ejemplo, ser clarividente y tener telepatía no influye en nada en el tipo de moral que poseas, o en el tono de tus músculos, o en tu posición económica, o en tu intersubjetividad. Cada uno de esos aspectos debe desarrollarse separadamente, aunque pueda hacerse de manera integrada. Si practicas ejercicios, como el yoga, estarás trabajando la línea de la salud, la de la percepción y la de la purificación de la conciencia. Si vas a un gimnasio, solo trabajarás la física. A la vez, hay líneas optativas, como la profesión que elijas, y no todas deben ser desarrolladas en igual intensidad, pero hay mínimos indispensables al respecto, que deben ser cumplidos.
—Eso es interesante. ¿Podrías enunciar las principales?
—Bueno. El cuerpo y todo lo que le compete: las relaciones con los demás, la supervivencia material, la intelectualidad, el trabajo y la vocación, lo espiritual. Cada línea puede subdividirse en varias más, pero ninguna debe ser dejada de lado. Como tampoco el placer de que termine el diálogo interno.
Cuanto más detallado es el mapa de consciencia con el que contamos, más posibilidades disponibles para recorrerla y comprenderla tendremos. La consciencia se despliega multidi-mensionalmente: estructuras profundas y superficiales, niveles, estados, tipologías, perspectivas, líneas de desarrollo, tipos de in-teligencia, sombras y luminosidades la habitan; si todos sus cons-tituyentes están incluidos en el mapa que guía nuestra vida, tanto mayor es nuestro alcance para la comprensión, explicación y experimentación de sus profundidades.